Días de sofoco, días de Bukowski
Días de sofoco, días de Bukowski
Teclear de nuevo por aquí se siente un poco extraño. He decidido volver a usar este blog para no perder el hábito de la escritura de "no ficción". Otro de los motivos es el odioso aburrimiento intrínseco a esta etapa del año.
Así es, he vuelto. Al menos hoy. No sé si lograré convertir esto del blog en una rutina; es probable que no, pero echaba de menos llenar una página en blanco escribiendo sobre cualquier cosa. Si alguien gusta de leerlo, es bienvenido.
No tengo demasiado que contar. Mi verano está siendo algo monótono (como muchos de ellos, al fin y al cabo). Pero este ha tenido una sorprendente particularidad frente a los otros 19 veranos de mi vida: se me ha hecho corto. Tres o cuatro años atrás, cuando solo estábamos enfilando julio y las clases habían acabado poco antes, ya le estaba dedicando una mirada lasciva a septiembre. Afortunadamente, y por motivos que solo pueden ser tachados de paranormales -ya digo que no estoy haciendo demasiado-, el presente verano no parece interminable.
Eso sí, leer estoy leyendo. No me paso todo el día frente a la página como si la vida me fuese en ello, no. Le lectura es, ante todo, un método de ocio. No tengo objetivos que cumplir, al contrario que ese tipo de persona que se establece metas como "leer 50 libros en 2022". Ojo, no tengo nada en contra de ese modus vivendi, me parece genial. Es un auténtico placer que la gente lea. Simplemente, ese método no está hecho para mí, por ahora.
¿Que qué estoy leyendo? Es fantástico que no te lo preguntes, así puedo fardar de generosidad, porque sin haber pedido esa información, te la voy a dar.
Este verano he sido víctima de un flechazo literario: Charles Bukowski, el último "escritor maldito" de la literatura norteamericana. Un tipo con solo 6 novelas de ficción en su haber, pero todo un maestro. Lo descubrí, de pura chiripa, navegando por Internet. Un día, empujado por la curiosidad y por la necesidad de una nueva historia, me adentré en Babel (maravillosa librería de Granada) y lo vi: Pulp, de Charles Bukowski. Lo compré alrededor de las una de la tarde; antes de medianoche ya lo había ingerido por completo.
¡QUÉ LIBRO!
Trepidante viaje por entre las horas bajas de un detective alcohólico, mujeriego, misántropo y cuyo hobby es esperar a la muerte (y mirarle el culo). La única novela independiente del autor.
Las otras 5 narran la vida de su álter ego: Henry Chinaski. Las estoy leyendo en orden, como debe ser. Bukowski no es un escritor para todo el mundo (creo); sus novelas son procaces, violentas y, en muchos casos, desagradables. Muestran el aspecto más sórdido -y por ello más real- del ser humano.
Estoy deseoso de reunir toda su obra en esta excelente edición que es Anagrama Compactos.
De modo que, sin extenderme demasiado en esta resurrección del blog, os recomiendo pasearos por los estantes de alguna librería y coger algún ejemplar de aspecto jugoso y entretenido. Es lo que más falta hace antes de que septiembre nos aplaste con sus pesadas botas.
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